Desde que la música dio el salto necesario para ser voz de generaciones completas esta ha sido primordial en las grandes revoluciones, protestas, quejas, desvaríos y momentos que marcan cambios en la vida del ser humano.
El artista se convierte en hito y leyenda, las palabras resuenan en multitudes que adoptan mensajes sonorizados con bellas melodías. La historia nos ha mostrado el poder que una canción tiene al convertirse en bandera de movimientos sociales, detrás de líricas rabiosas están los exponentes, mismos que quizá sin visualizar los alcances se vuelven estandartes y ejemplos a seguir para los escuchas.
Actualmente gracias al constante desarrollo tecnológico en el que estamos sumergidos los mensajes se vuelven virales y de fácil acceso a cualquiera que cuente con un smartphone, tablet, ordenador o gadget, lo cual ha logrado dos fenómenos importantes: la atomización del mensaje que se pierde ante la cantidad de contenido que navega en la red pero al mismo tiempo aquellos que cuentan con un Fanbase tampoco dimensionan el impacto que sus publicaciones diarias generan en el visitante o fan de ideologías apropiadas por los líderes de opinión (lo que sea que esto signifique).
El poder de un micrófono, el tener voz ante multitudes que esperan ansiosamente las palabras de regocijo, el agradecimiento que se vive en un concierto no se limita a pararse en un escenario y ejecutar sublimemente lo que anteriormente ya se presentó en disco, es también la interacción y presentación de temas que afectan a una sociedad ávida de ídolos a seguir, es común escuchar si tal artista hablará sobre temas relevantes o será políticamente correcto a la hora de abordar sucesos incómodos.
Existe una responsabilidad olvidada antes de vociferar ante lo políticamente correcto o lo real pues se trata de dos cosas distintas, el artista debe tener conciencia de sus pensamientos, es obvio que siempre existirán situaciones para quejarse pero también está el camino de proponer soluciones a estos problemas. Es cómodo y efectivo el llamarse contestatario sin propuesta, tomar una situación que afecte al target al que se está dirigiendo (es fácil saberlo pues los medios cuentan con información precisa sobre el tipo de gente asistirá a un festival o concierto) y decir simplemente: Que chingue su madre _________ (poner el nombre del político o tema en turno) ¿pero dónde está la propuesta para solucionar desde casa el problema?.
La cultura del copy paste está a la orden del día, no hay una investigación a fondo, pareciera que no se toma en cuenta una de las máximas de la opinión que es darnos cuenta que toda situación tiene dos caras, dos voces, dos puntos de vista, no todo se centra en negro y blanco, la escala de grises tiene razón de ser.
Antes de publicar y hablar hay que informarse a detalle sobre lo que se escribirá, nos encontramos ante una realidad que no vemos, los jóvenes están a la espera del grito de batalla, desconociendo en su mayoría el porqué de la guerra, el por qué la realidad llegó hasta niveles hoy conocidos, cada historia tiene un trasfondo y es ridículo buscar eufemismos para nombrar las cosas como son. Las catástrofes no se generan solas, hay factores que las van gestando, el efecto ¨bola de nieve¨ tiene connotación real.
La obviedad de lo subjetivo, ¿qué estamos haciendo por nuestras audiencias?, ¿qué estamos haciendo con nuestras audiencias?, ¿enviamos mensajes claros?, ¿enviamos propuestas dentro del mar de quejas?, ¿proponemos soluciones a las mismas?
La esponja del conocimiento no se deglute solo en los libros, se propaga en aquellos que tienen la dicha de ser seguidos por generaciones, la finalidad de las redes sociales no es convertirse en escaparate de chismes per se, si son utilizadas con inteligencia se vuelven armas no violentas que logran cambios, el romanticismo de las palabras es fusil del deseo y en toda esa retórica existe el receptor que quizá ese día tiene mentalidad de absorción, eso no es tangible, todavía no llegamos al nivel donde sepamos cuál será la respuesta de todos y cada uno de ellos pero sabiendo que la posibilidad existe es plausible la aceptación de tener una función social, si existe un público atento a Facebook, Instagram, Twitter, Tumblr, Periscope etcétera, entonces hay que tomar la batuta sobre lo que nos hace responsables de esas mentes ansiosas, en las letras la forma es fondo, la voz el reflejo de lo que somos, lo que deseamos pues la ingratitud de presumir desconocimiento en una era donde el acceso a la información no tiene precedentes nos vuelve criminales del pensamiento al creer que podemos gritar detrás de la cobardía del ordenador sin hacernos responsables por la realidad que en un momento nos alcanzará y seremos testigos de cómo no aprovechamos ese minuto exacto cuando fue más fácil joder que proponer.
La memoria hará el trabajo de recordárnoslo todos los días.
Ulises Sanher